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15 sept 2009

Verdaderos logros

No es ninguna novedad observar que gran parte de nuestra sociedad se ha vuelto consumista y exitista. Si bien el deporte es un ámbito ideal desde donde inculcar valores más dignos a nuestros jóvenes para que éstos lo utilicen para desarrollar una vida plena de objetivos loables que los abra a pensamientos altruistas y los induzca de alguna manera al idealismo, podemos observar que la actividad deportiva se encuentra también bastante contaminada.
Creo que esta perspectiva bastante decepcionante en la que nos vemos inmersos no debe hacernos capitular en el esfuerzo por dar pasos al frente. Personalmente trato de "empezar por casa". No es tarea fácil convertirnos en personas de bien y menos aún traer a otros hacia este camino. Uno se ve a veces con el alma enviciada que nos lleva a comportamientos que no nos enorgullecen, pero ahí están la familia, los amigos y la gente buena, para indicarnos que estamos algo fuera de camino. Y el mensaje que leo en estas buenas acciones de mis semejantes es "mejoremos y ayudemos a mejorar". Cuando abrí esta liga, me topé pronto con problemas que me obligaron a evaluar con mi familia si debíamos continuar el proyecto o desistir. Y fue entonces que descubrimos que esta liga es la posibilidad de dar un paso al frente para mejorar y ayudar a mejorar. Es nuestro granito de arena.
Y en este punto quiero dejar un mensaje que desea ser un aporte para los deportistas que participan en esta Liga:
En mi particular opinión, las victorias, además de medallas y trofeos dejan a los deportistas, desafíos más importantes que la obtención de más éxitos; como dar un buen ejemplo o estar a la altura de la conquista. Alcanzar estos objetivos otorga otros lauros, como el reconocimiento de la victoria merecida, el respeto y admiración de los pares, etc.
Pero entiendo que el objetivo último del deporte no es la victoria, sino la calidad del deportista. Con lo cual el resultado tiene un valor relativo.
Acaso el gran desempeño del perdedor ¿no dió más cuantía a la victoria?
Acaso el reconociento sincero de la derrota propia o de las cualidades del oponente ¿no magnifica la valentía y el honor del jugador vencido y viceversa?
El deportista que ha sido vencido dando lo mejor de sí, lleva laureles de dignidad que debemos distinguir.
El ganador que dignifica a su oponente es un vencedor honorable.
En el caso de nuestro deporte (tenis de mesa), no habría un gran vencedor si no hubiera un gran oponente.
¿Qué sentido puede tener presentarnos a una disputa deportiva con el único objetivo de batir circunstancialmente a un oponente para sentirnos un vencedor?
El tenis de mesa es un deporte, pero no ha dejado de ser también un juego. Tratemos de poner por objetivos dar lo mejor, divertirnos a la vez que aprender y respetar al adversario cualquiera sea el resultado.
Convirtamos este ámbito deportivo en una cita de caballeros, compañeros y amigos.
Disfrutemos la satisfacción de saber que se ha dado un paso para mejorar y ayudar a mejorar. Estos logros no necesitan medallas.

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